martes, 6 de septiembre de 2011

Por siempre en deuda con El Camino.

Lejos queda mi primer Camino, ese que me hechizó, me cautivó y me cambió para no volver a ser nunca más el mismo. Atrás quedan también mis siguientes Caminos... en compañía... en solitario. En mi interior siguen vivas todas las vivencias, todos los instantes, cada km recorrido y cada día vivido. Pero ahora toca recordar lo ocurrido en un lugar de España llamado Logroño... En una casa Parroquial, la de la Iglesia de Santiago El Real, donde sin ningún tipo de duda he vivido una de las experiencias más bonitas de mi vida.

Durante el curso de formación para ser Hospitalero, nos escucharon, nos orientaron, nos aconsejaron, nos preguntaron... Entre todas esas preguntas hubo una ¿Porque quieres ser hospitalero? que tuvo una respuesta unánime o casi unánime... Yo no fui la excepción. "Quiero tratar de devolverle al Camino una parte de lo mucho que él me ha dado" dije yo.

Y que mejor manera que ayudando a los peregrinos a descubrir el Camino. 1000 y una vez nos advirtieron de lo duro que sería el trabajo de Hospitalero... Y así fué, lo comprobé en mis propias carnes... Cada día a las 6 despierto, para atender a los peregrinos que emprendían un nuevo día de Camino, prepararles el desayuno, despedirlos, darles pequeñas indicaciones... Y sin pausa ni descanso cuando el último de ellos abandonaba el albergue... empezaba la rutinaria y aburrida limpieza... Los primeros días realmente fué así... un trabajo tedioso... pero sin saber ni como, ni tampoco cuando... La limpieza se transformó en un momento de reflexión... Un momento en el cual las voces de los últimos peregrinos resonaban en mi interior... unos minutos donde el recuerdo de las sensaciones vividas se ordenaba en mi interior. Instantes donde pensar en aquellas personas que había conocido y que me habían llenado de todo lo suyo (amor, alegría, dolor, pasión, compasión, ilusión, miedo, ternura, desconfianza...). A menudo debía utilizar la herramienta más sufrida para no pensar... la música... En algunos instantes era tan la marea de sentimientos que era mejor dejar de pensar durante un tiempo...

Tras limpiar y pensar... y cantar... Casi sin tiempo para nada más tocaba planificar el día. Que preparar de cena, y que debíamos comprar... siempre con la incertidumbre del número de Peregrinos que tendríamos... aunque poco a poco aprendimos a descifrar los rostros de aquellos que acogíamos y poder calcular cuantos de los llegados se quedarían a cenar. A partir de las 11 comenzaban a llegar los primeros peregrinos... nuestra droga... porque he de reconocerlo... en poco tiempo nos convertimos en adictos a ellos... no deseábamos mayor soledad que la justa para poder ordenar un poco nuestros pensamientos y prepararnos para un nuevo día. Igual al anterior... pero completamente diferente, único e irrepetible.

¿Porque nadie nos advirtió de lo duro que sería a nivel interno nuestro trabajo? Los vínculos que los seres humanos pueden crear son increíbles. Se me encoge el corazón al pensar en Matteo, Mireia, Jan, Dennis, el Padre Jose Ignacio... China... La Sra. Pilar, farmacéutica de Logroño... Todos rebosantes de alegría, humanidad y mucho amor. Lamentablemente, se me encoge porque aunque trataré de que no sea así, será muy difícil volverlos a ver a todos... Y os aseguro que de forma irremediable han calado muy dentro de mí.

Todos sin excepción han sido parte de esta gran experiencia, todos han dejado una huella imposible de borrar... pero sin duda Matteo, Italiano de cerca de Firenze, Empoli (Porque no lo dices ??? jejeje), ha sido el mejor compañero que podía tener, increíble la conexión creada entre ambos... a pesar de los diferentes caracteres, ha sido terriblemente fácil compartir cada día de estancia con él. Una armonía perfecta... como la que solo se logra con muchos años de amistad... No exagero ni una pizca cuando digo que tengo un nuevo Gran Amigo... de aquellos que cuesta mucho tiempo conseguir... y El Camino me lo ha regalado en tan solo 16 días.

Sobre lo vivido junto a los peregrinos... poco hay que decir, porque realmente es prácticamente inexplicable... algunos se mostraban solitarios y pensativos y no cruzabas mas de 10 palabras... Otros en cambio te explicaban el porque, el cuando, el todo de sus vivencias, algunos hasta te abrían su corazón... Y muchos, muchísimos simplemente te miraban, te observaban... Algunas de esas miradas eran tan intensas decían tanto... O simplemente decían gracias... muchas gracias. Esas palabras cuando las escuchas de alguien que lo siente, de alguien que se abraza a ti, siendo casi desconocidos y te las dice. Son lo máximo que puedes recibir como recompensa a tu sacrificio y trabajo.

Devolverle al Camino parte de lo mucho que me había dado... Que iluso y estúpido fui. Ahora se que no existe forma de pagar mi deuda con El Camino... Esa es la grandeza del Camino... que nadie, ni él mismo, espera nada a cambio de la bondad, del amor y la fraternidad que todos y cuantos lo ocupan desprenden.

Así es como me siento, lleno, completamente lleno, de todo aquello que me ha inundado. Como siempre, esta historia termina con un punto... y como creo debe ser siempre, con un punto y a parte... ya que El Camino... sea el que sea que hagas, o como lo hagas, no es más sino una parte más del verdadero y único Camino... La Vida. 

Desde Logroño continué caminando por ese mi Camino... el de mi vida... El Camino, como no él, me ha dado nuevos senderos que seguir, nuevas rutas que descubrir... y sin duda eso haré... Eso hago...

¿Donde me llevará mi caminar? No lo sé... es mejor no preguntar y simplemente guiarse por las sensaciones... por los sentimietos.

Gracias Camino.




2 comentarios:

Víctor Millán dijo...

Que bonito y que emocionante. Que grande eres, Sergio!!!

Y esa intensidad con la que lo transmites hace que te entren ganas de ir, de verlo, y de vivirlo tú tambien.

Una pena que, por tema de logistica familiar-laboral, sea casi imposible poder hacer algun dia aunque sea un trocito de camino, contigo como guia.

Gracias por ser así.

Virna dijo...

Gracias por tus palabras, por tus sensaciones, por tus emociones, que son las mias, también. Tu lo sabes.
Es verdad, no se puede decir nada mas sino "gracias".