Un verano en la Provenza nos cuenta la historia de Antoine (Nicolas Cazalé), un joven que se ha marchado a la gran ciudad para huir de su familia y su pequeño pueblo del sur de Francia. Allí las cosas no le van demasiado bien y su única motivación es conquistar a su amiga y vecina Claire (Clotilde Hesme). Un día recibe la llamada de su familia. Su padre con el que apenas se habla ha caído enfermo y no puede continuar con su pequeño negocio familiar. Claire, que está buscando un lugar para desconectar y poder estudiar para sus exámenes de acceso a la universidad, le propone acompañarle a casa de sus padres y estar allí unos días. Finalmente, Antoine accede a volver a su pueblo natal y enfrentarse a todo lo que dejó pendiente allí.Su cinta tiene un enorme valor documental como retrato de una profesión -los conductores de camiones-tienda- en extinción. Muestra de forma realista la actualidad de zonas rurales, en las que sus habitantes son en su mayoría de avanzada edad. Los hay que viven prácticamente aislados, relacionándose prácticamente sólo con vendedores como el protagonista...
El director (Guirado) no ha necesitado de un gran presupuesto para rodar una película humana, intimista y positiva sobre las relaciones familiares. Parte de un guión bien construido, coescrito por él mismo, y tiene buenos actores. Por todo esto se disculpa que en el fondo sea una película demasiado sencilla, de ritmo lento... pero llena de símbolos y sentimientos. Nota: 6,5
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