jueves, 8 de noviembre de 2007

La esclavitud del fumador

Nicotina, alquitran y monóxido de carbono, son los únicos componentes de un cigarrillo, o al menos eso es lo que figura en las cajetillas de tabaco. Pero la realidad es otra. Más de 289 aditivos están junto con los tres declarados. La gran mayoria tóxicas, con un único fin: aumentar la adicción a la nicotina y disminuir los efectos molestos del tabaco. Hay que enganchar más rápido y más efectivamente al fumador.

Los cigarrillos, son una obra de ingenieria para aumentar la adicción, las autoridades sanitarias, reconocen que las tabacaleras van años por delante en investigación, y que han aprendido a utilizar compuestos aromáticos para que realicen otras funciones más perversas.

A pesar de la negativa de las tabacaleras a publicar los datos reales de composición, alegaban que forman parte de su propiedad intelectual. Han tenido que ceder a la requisición del Ministerio de Sanidad. El resultado: el anteriormente dicho, casi 300 compuestos, de ellos el 90 % declarados como aromas. Un 2 % son derivados del cacao, que tienen una función doble. Endulzar el tabaco y atraer a los jovenes y otra más perversa, dilatar los bronquios y facilitar la llegada de la nicotina a los alveolos y que se inhale más.

Pero a pesar de estos datos de reciente conocimiento. La composición real y sus fines, quedan en semi-secreto. El tabaco es el único producto de consumo que no tiene que declarar su composición. Algo extremadamente anómalo. Si un desodorante tuviese una decima parte de sus componentes sin declarar se crearia una alarma social de grandes dimensiones.

¿Porque el tabaco recibe este trato especial? Fácil. A pesar de las leyes, de los controles... el estado sigue cobrando dinero por las ventas. (Impuestos del tabaco) y los ingresos son muy importantes. Es decir si es necesario miramos a otra parte piensa el estado... Hipocresia máxima, redacto y ejecuto leyes... pero sigo llenandome los bolsillos.

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